A veces, diversas condiciones como el trastorno del espectro autista (TEA) o el síndrome de Down, pueden llegar a presentar algunas complicaciones para el desarrollo normal de la vida cotidiana. Pero también es importante hablar de la inclusión, en todos los ámbitos posibles.
Uno de los recursos, sin dudas, es la actividad física. Con paciencia, mucho trabajo y dedicación, se pueden lograr grandes cosas.
Un relato de la profesora en Educación Física Rocío Ábalos, quien trabajó mucho tiempo en el club de básquet San Martín, muestra cómo un pequeño de 5 años con TEA pudo eliminar barreras que le permitieron poder practicar este deporte.
En diálogo con DESTINO SUR en FM DE LA COSTA, Ábalos comentó que «comencé trabajando en una escuela primaria en Viedma, en la cual había un niño al cual le gustaba mucho hacer actividad física. Yo noté esa virtud que tenía él, que tiene TEA, y es un niño súper activo».
En ese sentido, recordó que «me acerqué a la madre, la invité y le pregunté qué le parecía si lo llevaba a practicar básquet al club conmigo, y me respondió que no podía, porque no sabía compartir, que le iba a ser muy difícil, que sería imposible que haga un deporte… Y terminé insistiendo hasta que después de un tiempo lo llevó».
Afirmó que «en ese momento, el chico tenía 5 años. Los primeros días fueron, para él, algo llamativos, porque era algo distinto. Trabajamos como parte pedagógica, y pudimos llevar adelante el paso de él por el club. Me encargué de él durante dos meses seguidos, lo cual fue un empuje para él y que pueda seguir sólo».
Aportó que «tuvo un avance muy grande en ese mismo año, empezó a jugar partidos. No necesitó de mí ni de nadie, iba, se cambiaba solo y jugaba».
Por ello, Ábalos consideró que «con mucho trabajo y mucha paciencia, esto se puede lograr. Necesitamos que sepan que estamos ahí, y es parte de un trabajo que hizo que el chico pudiera seguir hoy en día».